6.5.08

La polémica clase de religión

En los últimos años, desde que se aprobó la Constitución y se estableció una democracia en España, se ha comenzado a plantear si la religión debe ser impartida o no en la educación pública.
En un pasado no muy lejano, la religión católica, en el caso de nuestro país, era un componente principal del pensamiento de la sociedad, es más, debía ser aceptada por todos y se discriminaba a cualquier otra creencia. Como consecuencia, las entidades religiosas contaban con un gran poder y privilegios. Las personas, quisieran o no, eran educadas en el catolicismo, si no por la familia, por los maestros en las escuelas. Además, la Iglesia se involucró en gran manera en la educación, por ejemplo, con la creación de colegios.
Pero hoy nos podemos cuestionar si debe seguir estando presente, aunque no sea de forma obligatoria, en la enseñanza pública. También nos podemos preguntar el porqué de que en países como Francia haya desaparecido de la educación, y en España, no. La explicación la encontramos en el peso que siempre ha tenido, y continúa teniendo la Iglesia en nuestra sociedad, y la influencia que hoy ejerce sobre el gobierno. Como consecuencia de esto, se toman decisiones "al gusto" de los dirigentes de la Iglesia, como por ejemplo, el hecho de que, con el fin de introducir una nueva asignatura, se hayan reducido las horas de Geografía e Historia, Filosofía y Educación Física. Por supuesto, las horas de la intocable Religión se han mantenido.
No conozco los criterios que se han tenido en cuenta para decidir esto, pero, en principio, no me parece muy justo. Lo más probable es que nos condene a todos, católicos o no católicos, a estudiar un temario más reducido o compacto, o a acortar aún más el único tiempo que muchos destinamos semanalmente a realizar algún ejercicio físico. Yo me pregunto por qué el incluir la religión en la educación pública nos tiene que afectar a todos, y como solución, propongo que siga estando presente, pero como una asignatura que se curse acabadas las clases de todos los alumnos. De esta forma, los que estén interesados en ella pueden recibir clases y ser examinados, y los demás no tendremos que sacrificar conocimientos sobre temas tan importantes como la Historia o la Filosofía.
En mi opinión, aunque respeto a todos aquellos creyentes de alguna religión, esta no deja de ser una creencia, que, como tal, se debe reducir al ámbito privado, y, por lo tanto, excluirla de la educación pública.
Luisa Fernández Clavero, 4º E.S.O.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien, Luisa.

Anónimo dijo...

Habla un católico:

En relación a este texto, creo que la opinión de la autora es mayoritariamente acertada, pero discrepo con ella en la solución que propone.
Un país en el que cada día hay menos dogmatistas y en el que los que quedan son los adoctrinados verdaderamente(hoy en día ir a la iglesia no da ningún tipo de beneficio social), no tiene obligación alguna de enseñar el catolicismo en la escuela pública, puesto que debe ser lo más laica y neutral posible, al igual que no deben por ejemplo fomentarse uno u otro pensamiento político.

En mi opinión, lo que el estado debería hacer es truecar la asignatura de educación católica por una cultura religiosa que enseñase las distintas maneras de pensar y comportarse de los religiosos de todo el mundo.

El que quiera religón católica que se valla a su parroquia y el que quiera la musulmana que se valla a una mezquita, es puro principio de igualdad de derechos en un país culla constitución establece la aconfesionalidad del estado.

No es solo un problema de impartir o no impartir religión católica, sino de no impartir las otras. A día de hoy, ¿Qué sabe un alumno de la ESO del Budismo, Induismo, el Islam, o las sectas? NADA, o por lo menos nada que le haya podido enseñar la educación impartida en España.

Es cuestión también de instruir a unos alumnos faltos de conocimientos en el campo del dogmatismo mundial.